Red de traidores

—Tuviste mala suerte, Mike —dijo el hombre situado tras el amplio escritorio. Mike Parson le miraba atentamente, diciéndose que no había cambiado en aquellos tres años—. Muy mala suerte. —Ya lo sé, Chas —respondió el aludido, sentándose frente al que había sido su compañero durante mucho tiempo y que ahora, al regreso del infierno, le veía ocupando un importante despacho de la Agencia Central de Inteligencia. —Imagino que no habrán sido agradables para ti estos años. —No —Mike compuso una mueca—. Me llevaron de un lado para otro por los peores lugares de Siberia. —¿Cómo pudiste soportarlo? —preguntó *Chas Wilkins*, encendiendo un cigarrillo. Parson achicó los ojos.